miércoles, 3 de noviembre de 2010

Insomnus

Aun pienso que las vigas de madera adheridas al techo podrían caer en cualquier momento sobre mí. No puedo parar de observarlas, como si inconscientemente quisiera que cayeran.
El silencio se hace insoportable a medida que corren los segundos, provocando una sensación detestable de hormigueo en mis oídos.
Quiero dormir y no puedo. Quiero sentir los párpados pesados y dejar de escuchar el silencio. Imposible.
Una pastilla, una hora y nada. Por instantes creo quedarme sorda, ya que no se escucha absolutamente nada alrededor.
Maldito letargo que no llega.
Malditos químicos que no actúan.
Me muevo dentro de la cama. Unos minutos de lado, otros de espalda, quedando nuevamente frente a las vigas que sobre mí se posicionan simétricas y paralelas.
Ahora el hormigueo en los oídos se disfraza de un pito agudo y punzante, pero se detiene a los pocos segundos.
Puedo advertir que la quinta viga me observa. Está justo sobre mi cuello. Si llegase a caer, actuaría cual guillotina. Mi cabeza lograría separarse de mi cuerpo gracias al corte perfecto de la enorme navaja de madera. Lógica y emoción disociadas por un acto casual.

Cinco minutos y se inicia el sueño. Mis párpados descendieron hasta cubrir por completo el iris. Al fin caigo inconsciente en las manos antojadizas del Sr. B, quien me prohíbe hablar de vigas asesinas y noches de insomnio.
Diez minutos más y comienza la pesadilla.

2 comentarios:

  1. logíca y emoción disociadas...
    Sería un gran regalo, sería un sueño hecho realidad.

    Se te extraña
    El silencio ensordece

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  2. asi es, casi un regalo imposible
    hay q conversar

    cuidate mucho

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