domingo, 11 de septiembre de 2011

Todo cambia, se invierte y transmuta a un estado casi opuesto. Desconcierta observar como se pisan la cola aquellos que ayer escupieron al cielo y hoy deben limpiarse la cara. Somos dueños de una verdad inventada que al amanecer se escabulle de nuestras sábanas abandonándonos porque fuimos incapaces de sostenerla.

Son días en que el diablo se vuelve santo y devoto de dios.
Y yo me invento una nueva vida e interpreto múltiples personajes que se desvanecen apenas Venus se hace visible en el cielo cada atardecer, insinuándome que ya es la hora de comenzar la elección de mi próximo papel.