viernes, 20 de septiembre de 2013



En la densidad de la noche, los graznidos se diluyen en tu respiración pausada. 
Las voces que no hace mucho retumbaron en mis sienes, se silencian y deshacen entre las cálidas sábanas.
Somos dos extraños que se buscan a tientas en la oscuridad, aguardando que las pupilas se dilaten para regalarnos el milagro de una visión pseudo felina.
Y como gatos en el preámbulo de una historia no narrada, la piel se eriza y los quejidos se confunden y fusionan para crear la deliciosa melodía que envuelve el ritual crepuscular.
Son las ansias de permanecer en tu aliento, las que me mantienen sumergida en una paz inquietante.
Son tus manos delicadas y suaves, que restringen toda razón, para hacerme flaquear ante tus más básicos deseos. Porque mi voluntad es apenas una conjetura a esas alturas de la madrugada.

martes, 10 de septiembre de 2013



Morfeo insiste en raptarme.

Osa asegurar que en sus manos está la cura para el mal de amor.

Lo observo sigilosa entre las sombras con los ojos entreabiertos y la creencia infantil de haber engañado al amo y señor de mis noches de desvelos.

Intento dibujar su silueta con mis manos, pero se pierden en el letargo nocturno de cuatro paredes.

Sus años de oficio no son en vano. Un pestañear y me toma por las muñecas, cristalizando su etérea figura.

Silencio.

Reímos, coqueteamos, me embriaga. Lo reconozco en cada instante onírico de mis noches de vida, incluso aquellas que no recuerdo, pero huelen a él, a viento, a mar, a miedo, a llanto, a vacío.

Le ruego que no me suelte, adhiriéndome a sus extremidades hasta traspasar el límite de lo terrenal.

Fiel a su destino, no tarda en rodear mi cintura con su hálito de falsa muerte, provocando el anhelado trance.