Las hojas abandonaron su mágica condición, convirtiéndose en verdosos adornos aferrados a las ramas, brotando como verdad pura e indeleble. Identidad inquebrantable que se alza firme repudiando el acto de renegar.
Por las noches, se observa de reojo una sombra antropomorfa que se esconde tras las cortinas; dos pestañeos para que un soplo de viento se aproveche del descuido y la desintegre en partículas absorbidas por la nada.
Se retoma el ciclo y la vida que tan bruscamente se detuvo tiempo atrás. Intención y acto coordinados perfectamente y en mutua sintonía.